lunes, 18 de febrero de 2008

QUESOS DE AFUEGA EL PITU DE MORCIN


PREGÓN DEL CONCURSO DE QUESOS DE AFUEGA EL PITU EN MORCIN POR MANUEL ALVAREZ- URIA RICO- VILLADEMOROS PREGON DEL CONCURSO DE QUESOS DE AFUEGA EL PITU EN MORCIN / ENERO 2008

Los Miembros de la Cofradia de Amigos de los Quesos de Asturias, organización altruista y de Interés Social colaboran constantemente con las Autoridades,
Juntas vecinales u organizaciones de la Sociedad Civil, participando como Jurados en los Concursos de Quesos, colaborando con sus escritos y experiencias en la edición de Libros o como en éste caso realizando Pregones o Conferencias.
Hoy ha correspondido la responsabilidad al Cofrade de Número, Manuel Alvarez- Uria Rico- Villademoros,y el Domingo 20 de Enero de 2008, en La Foz de Morcín ha ofrecido al público un emotivo e interesante Pregón que reproducimos en su totalidad en éstas Páginas volanderas para conocimiento de toda España.

PREGÓN DE MANOLO URIA EN EL CERTAMEN DE AFUEGA EL PITU
.-La Foz de Morcín 20/1/2008

Dignísimas autoridades, queridos amigos de la Hermandad de la Probe y de Morcín, Sras y Sres:

Quiero expresar en primer lugar mi gratitud profunda a la Hermandad por haberme elegido como pregonero de este prestigioso y gran certamen del Quesu d’Afuega´l Pitu.
Es un gran honor y no menor responsabilidad ocupar la tribuna para ejercer un oficio que de acuerdo con los viejos y venerables fueros de los concejos asturianos es el más antiguo de entre los elegidos por los vecinos para actuar a su servicio.
Esta es la misión que me habéis encomendado, y no preciso decir que me llena de orgullo por el hecho de la elección en sí y por suceder a un extraordinario elenco de magníficos glosadores de nuestro queso.

Muchos de ellos colegas y amigos muy queridos.
Algunos por desgracia ya no están entre nosotros como José Caso o Julio Rodríguez pero su memoria permanece y permanecerá.

Es una gran suerte que en el momento actual este noble trabajo de pregonar haya visto reducido su campo de acción. Ahora el cometido ya no es proclamar cualquier cosa que ataña a los vecinos, pues ello significaría la posibilidad de ser portador de novedades ingratas, cosa que es imposible en un Certamen como el que hoy celebramos.

La fiesta y la calidad de nuestro queso, ha de ser lo único que trascienda y va a ser así. Es preciso gozar al máximo de esta naturaleza excepcional, sentir el calor y la hospitalidad que impregnan el ambiente y guardar estos momentos en lo hondo de nuestro corazón.
Y digo corazón y no cerebro, para que esta vivencia nos aliente en momentos más comprometidos.

Confío en poder contribuir, en la más modesta de las medidas, a ensalzar y dar a conocer, mejor si cabe, las excelencias de este queso cuya fama, como dirían los valientes navegantes de la antigüedad, alcanza los más remotos confines de tierra firme.

Imagino que os habéis preguntado y os preguntáis la razón de que se me haya otorgado este honor habiendo como hay en Asturias personas mas cualificadas, infinitamente más entendidas en todos los aspectos relacionados con el queso, sobre todo teniendo en cuenta que en esta cuestión mi único mérito es tener la suerte de pertenecer a la Gran Cofradía de Amigos de los Quesos de Asturias, otra Hermandad como la de la Probe o la de los Nabos, que reune, junto a un pequeño grupo de aprendices entre los que me hallo, las personas más versadas en quesos del universo.

Esa responSabilidad a la que aludía al principio me hizo considerar la idea de que dada mi condición de médico vuestra intención podría ser que enfocara este discurso en el sentido de glosar de las inigualables fuerzas nutricionales del Afuega´l Pitu, de sus bien conocidas capacidades balsámica y curativa, de las avanzadas investigaciones sobre sus riquísimas propiedades para estimular placenteramente nuestra potencia sensorial dependiendo de sus diferentes grados de madurez, sobre su bien conocida cualidad de estimulante de las más sofisticadas áreas de nuestra corteza cerebral en las que se promueve la creatividad, la alegría y el afecto, de sus beneficios en la lucha contra la enfermedad en general o de su acción benéfica sobre el espíritu, cuando se consume con la pausa y la reverencia que merece.

Deseché pronto esta idea porque carecería de la más mínima y exigible originalidad dado que estamos tratando de un manjar que al ser capaz de resucitar a un muerto, que es la virtud curativa suma, el resto de sus actividades terapéuticas son materia banal, por que se le suponen.

Hallábame hace días en estas cogitaciones, que os expongo en voz alta, buscando el hilo conductor que me guiara por el laberinto quesero, en el que mi pensamiento se perdía al intentar evitar con desesperación no repetir, con menos gracia y mucho menor conocimiento, los caminos previamente hollados por los excelentes pregoneros que me han precedido. Me creía incapaz de articular un parlamento digno de esta Fiesta, cuando me asaltaron casi de forma simultánea varios interrogantes esenciales para la solución del problema:

¿Cuál había sido mi primer encuentro con el Afuega´l Pitu y enseguida
..¿ cuando podría haberse hecho por primera vez, donde y por que esta maravilla tan humana y natural?.

Si me permitís os contaré confidencialmente como conseguí responder a estas importantes cuestiones.

La clave de la primera, que no tendría importancia si no tuviera que ver con la resolución de las otras, la obtuve durante un paseo por Pola de Siero el día de Año Nuevo.
Al pasar junto a su famosa Plaza Cubierta, uno de los grandes edificios civiles españoles y en su día el mayor espacio cerrado sin columnas del mundo, recordé mi relación infantil con un hombre que situaba allí un puestín en el mercado de los martes en el que ofrecía variedad de quesos, “sardines salones” de las que venían en aquellas grandes cajas redondas de madera y bonito en aceite y en escabeche.

Cuando el bolsillo, casi siempre vacío, nos lo permitía entre varios amigos comprábamos una “pamesta” recién hecha en horno de leña y el paisano del puestu nos la abría con el gran cuchillo, también usado para los quesos y nos la rellenaba con migues de bonito nadando en abundante aceite.
Tras ello cortaba con gran precisión trozos de bocadillo exactamente iguales, lo que evitaba arduas discusiones y enfrentamientos, y nosotros los repartíamos y engullíamos con natural rapidez dada la época en la que ocurrieron los autos, principios de la década de los 50 del siglo pasado.

Este recuerdo trajo otros, aunque no os puedo asegurar si todo sucedió en realidad o fue fruto de algún sueño o ensoñación. Recordé que uno de nosotros le preguntó al hombre por qué unos quesos olían y otros no, hecho que parecía real dado el intenso predominio del aroma de algunos de ellos sobre el de los otros.

Nos explicó de manera muy pormenorizada las razones y con ellas los rudimentos de la elaboración de los quesos, finalizando con algunas alusiones al tiempo de maduración. Cuando hubo acabado se quedó en silencio unos momentos, nos miró de forma penetrante y dijo “mirar rapazos, cuando seáis mayores si vos gusta el quesu ya deprendereis coses d’el sobre tó comiéndolu.
Hai una cosa que parez una fatá y nun s´aprende en los llibros: nun ye lo mesmo un quesu vieyu q’un antigu. Esti que veis aquí siendo el más frescu ye el mas antigu. En la mio tierra de Morcín llamamoslu Afuega el Pitu.
Y cogiendo un queso redondeado que años más tarde supe era “blancu del trapu” nos lo mostró con la mano diestra que tan bien conocíamos por su forma de cortar el pan y nos brindó “unes tayaes fines” de olor fresco y vegetal que nos supieron a gloria.

Según relató lo hacían en su casa situada al pie del Monsacro y a medida que iba contándonos las excelencias de esta tierra su voz se hizo más baja e íntima, cosa rara para quienes estábamos acostumbrados a oírle anunciar sus mercancías.

Y es aquí donde este recuerdo enlaza con las otras cuestiones, pues entre las noticias que nos dio hubo dos que merecían especial atención.
Una se refería a la leyenda que situaba alguna clase de monumento religioso, cerca de donde él vivía, en el que la tradición hablaba de ritos extraños y complejos en honor a una mujer cazadora, cosa que le hacía cierta gracia y apostillaba “nunca tal lo vi”.
La otra fue que su abuelo guardaba con esmero varias monedas muy antiguas, tenidas por romanas, que había encontrado “sayando patates” en el huerto familiar. Habían desaparecido durante la guerra, cuando la familia fue a refugiarse a Mieres tras una dura caminata por montes plagados de cólera y terror.

Pocos martes después aquel puesto y nuestro amigo desaparecieron para siempre del mercado de la Pola y yo no habría de reencontrarme con el Afuega´l Pitu hasta muchos años más tarde, a mi vuelta de Madrid, en una tertulia que a veces se organizaba en la redacción de La Nueva España.
En este caso gracias a la invitación de José Vélez, también querido amigo, a quien habían regalado un par de exquisitos ejemplares de la variedad rojo.

Alguno de mis sabios predecesores ha hecho alusión a la existencia de un lugar de culto que parece haber estado ubicado en la zona señalada por el queseru desde tiempo inmemorial, desde luego antes de la era cristiana.
Al igual que sucedió durante esta, los romanos solían erigir sus templos en aquellos espacios en que los naturales del país rendían tributo a las divinidades locales.
Pero, en este caso
¿ culto a quién?.
Nuestro hombre de Morcín lo dijo, a una mujer cazadora que no podía ser otra que la diosa Diana, cuyo nombre latino hizo mejor fortuna que el de los griegos, Artemisa, tal como sucediera con otras muchas divinidades.

Pero
¿Qué tiene que ver esto con el donde y el porque se hizo primero el quesu de Afuega el Pitu?
Todo parece indicar que fue aquí en Morcín, siendo ofrecido por los naturales del país a la nueva diosa.

Artemisa o Diana recibió también el nombre de Kesias por existir un templo en su honor en el cabo Kesion de la isla de Samos.
Es una de las diosas mayores de la mitología griega, hija de Zeus y Leto.
Su influencia es contradictoria y compleja.
Siendo virgen era tenida por protectora de las mujeres parturientas y de la fecundidad.
Al tiempo, podía ser cruel y dar la muerte con sus flechas por puro capricho.
Se complacía viviendo en la montaña en unión de animales salvajes de los que era deidad tutelar.
Su culto estaba ligado al de los animales divinos, a los rebaños y al mundo vegetal.
¿Qué lugar mas apropiado que el Monsacro para acogerla?.

Fijaos que entre esos animales divinos estaban el oso, la cabra y el jabalí y de acuerdo con las investigaciones del erudito inglés Robert Graves el texu fué su árbol sagrado.

No menos importantes son los hechos de que tenía la misión de indicar a los hombres los mejores lugares para vivir y era representada en figura que lucía múltiples pechos como signo de carácter nutricio en clara alusión al elemento de esta calidad por excelencia, la leche.
Su cabeza, en las estatuas primitivas iba tocada por un paño semejante al empleado para escurrir nuestro queso.

No se trata pues de uno o dos datos aislados.
Son muchos y todos ellos convergen en Morcín.
Por ello no dudo en afirmar que la Historia y la Leyenda apoyan la tesis de que fue en Morcín donde aquella hizo suya la incorporación del quesu de Afuegael Pitu al devenir de la humanidad y donde este inició su ya brillante carrera de éxitos internacionales.
Ello no va en detrimento de otros lugares asturianos, por que para eso en Asturias poseemos una espléndida Prehistoria.

El Monsacro, los viejos ritos totémicos, la diosa mitológica reinante sobre la alimentación representada por la leche, el árbol y los animales mágicos de nuestros bosques del macizo central, Toglio, Tianelo y tantos otros parientes o camaradas suyos al servicio de la mas duras tropas de la antigüedad, las legiones de Roma.
Quién sabe si portadoras en sus zurrones del alimento mas completo sano y apetitoso, cuya conservación no precisa de artificio alguno.
Ese que atesora sabores variables como el viento, como las estaciones.
Como la propia naturaleza que se destila, se concentra y se enriquece cuando se la aprisiona en su inigualable textura.
Fabuloso arco iris de deleitosos aromas que inspiraron la conciencia de este pueblo sin amos, que con el esfuerzo de todos supo construir un concejo de ciudadanos libres de toda servidumbre.

También esto celebramos hoy y es mucho e importante.
No es casualidad que ahora los vecinos de esta hermosa parte de Asturias, verdaderos señores de La Foz,
Sta. Eulalia,
Argame,
Mazes,
los Llugares de Riba y de Baxo, Busloñe
, Otura,
Peñerúes,
La Piñera,
Vallín,
El Pumar,
La Puente,
Villar,
Los Llanos
y tantos otros lugares de Morcín hayan unido de nuevo sus voluntades para salir adelante en un esfuerzo común bajo el amparo de la Probe, con la tenacidad de quién sabe que el trabajo quiebra las rocas mas duras y que la imaginación, el arte y la cultura siembran el futuro en tierra fecunda.


Aquí, en este altar pagano cristianizado, en el que los miembros de la Hermandad de la Probe ofician como sumos sacerdotes de Kesias, Artemisa, o Diana, por el mandato que tengo de ellos y con permiso de la autoridad, declaro abierto el XXVIII Certamen del Quesu de Afuega´l Pitu.

Fabes,quesu y sidra son los tres grandes pilares de la excelente cocina nuestra tierra y el padre de todos los quesos es el hijo de la venerable Kesias nacido para el mundo en Morcín.

Permitidme que finalice con aquellas estrofas de anónimo autor que forman parte del himno de mi Cofradía de los Quesos:

Quienes conocen de Asturias

Su buena gastronomía

Saben que en quesos no hay

No hay tierra como la mía.


Alegría y amistad

Sidra buena y abundante

Hacen del quesu asturianu

Un manjar incomparable


Cantares al son de gaita

Y al repique del tambor

Dicen al mundo que el quesu

Si es de Morcín, es mejor

Publicado por Rafael Secades

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LA SIRENITA

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CARATULA

UNICO,SENSACIONAL

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UN GRUPO QUE ME ENCANTA

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ASTURIANO

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NO PODIA SER DE OTRA MANERA

SEÑORA

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una voz unica

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